El despertador

 
 

Vestida de nubes,
entre margaritas,
surgiendo en un prado
hacia mí venías.
Siglos de no hallarte
tú misma llegabas
y, cuando a tu encuentro
yo feliz volaba...,
sin piedad rugió
el despertador.

Trasto infame,
trasto artero,
trasto henchido
de veneno.

Los treinta millones
de la lotería
sin jugar siquiera
me correspondían.
Siete paraísos
para ti compraba
y, cuando al primero
de tu mano entraba...,
como el lobo aulló
el despertador.

Es tu oficio
tan odioso
que estrellarte
fuera poco.

Terminado el curso,
un hermoso día
largas vacaciones
contigo emprendía.
A lejanas islas
llevarte esperaba
y, cuando el velero
con los dos zarpaba...,
con furia tronó
el despertador.

Tus disparos
traicioneros
de la hoguera
te hacen reo.
Pobre soñador
tu frío inventor.
Tu frío inventor.