Virgen de la Carrodilla

 
 

Virgen de abril, de mi niñez sencilla;
de mi abril, convertido en catarata
de soberbia infeliz, que desacata
toda ley que a su fuero pone orilla,

...y aun de mi noche, en la que siempre brilla
la luz aquella de mi infancia grata,
porque nunca la noche al día mata,
porque siempre del bien queda semilla.

Virgen de abril, de mi angustiado estío
¡sélo, asimismo, de un otoño mío
en pensar y en hacer digno y prudente!

Y, luego, de mi invierno en que, una tarde,
viva esta llama que en mi pecho arde,
ante Dios de tu mano me presente.