Costa Brava

 
 

El confín más risueño y más bravío
del más ilustre mar, del más glorioso,
del más noble país, del más hermoso,
plasmólo Dios con armonía y brío.

Cada playa trazó con sol de estío,
con esmeraldas cada pino umbroso,
con duro bronce cada risco airoso,
cada cala con nácar y rocío.

En su noche sembró, sin fin, estrellas,
y en sus aires blanquísimas gaviotas
remontando infinitas olas rotas.

Hizo luego arribar mujeres bellas
y hombres recios, de mente nunca esclava,
y, pasmosa, brilló la Costa Brava.