Fidelidad (cuatro tiempos)

 
 

Primavera

Que su marido no es joven
ni dispuesto ni galante
y que se casó con él
obligada por su padre
chismes son que ponen sal
en cien lechos de Grajales,
y el de que lleva en sus venas
lava como cien volcanes
que pone en sus ojos negros
reflejos no indescifrabies
es otro que no sosiega
a doscientos y un mortales.
Que se ruboriza un punto
y muchos puntos se abstrae
cuando la miro, valiente,
cuando me callo, cobarde,
es algo que yo me sé
y que ella también se sabe.
Cuán estrecha es su cintura,
cuán diversos sus lunares,
sus senos cuán nacarados,
sus besos cuán excitantes,
secretos son que, yo sí,
habré un día de arrancarle.
¿Cuántas noches desdichadas
querrá el hado que me pase
soñando lirios sedientos
junto a ríos desbordantes?

 

Verano

En la fuente de los chopos
la encontré sola una tarde
a medio muslo la falda
por que no se le mojase.
Los pies en el agua fría
por más que chapoteasen
mal podían reducir
el incendio de su sangre.
Golondrinas y vencejos
se acogían a Grajales
sumergido en su rutina
a media legua en el valle
cuando abrían su concierto
cien mil grillos pertinaces
a las órdenes de un búho
en funciones de sochantre.
El sol quiso no saber
lo que allí se consumase.
Sí la luna que, alcahueta,
fisgaba tras el celaje
para escuchar, con los chopos,
inquietos aquella tarde,
lo que ¡¡la ocasión, al fin!!
pude, en vena, no callarme.

• • • • • • • • • • • • • • • • • • •

Tan aquietados sus pies
cuan removidas sus hambres,
medio cerrados sus ojos
por mejor pesar mis males
y medio abiertos sus labios
doloridos y anhelantes,
estremecida su alma
y estremecida su carne,
me oía decir... decir...,
abrasada y abrasante.
Hasta que en tierra, de pie,
urgiéndose a serenarme
exclamó aún no sé si firme
aún no sé si suplicante:
—¡¡Tente, loco!! ¡¡Tente, tente!!
¡¡¡No prosigas!!! ¡Ya es bastante!
¡Oh, si no creyera en Dios
como me enseñó mi madre!....

 

Otoño

Al arrimo de la fuente
nuevos chopos sobresalen
y es muy otra la inquietud
si inquietud hay en Grajales,
que han pasado ¿¡cuántos años!?
desde aquella intensa tarde
que es mi sino revivir
al cruzarnos en la calle
y decirse nuestros ojos
a la luz del breve instante
lo que Dios quiso tornar
limpio, noble, firme, grande.

 

Invierno

Desde el día en que sus ojos
para siempre se cerrasen
hace frío, mucho frió.
Mas si el sol se muestra amable
a la fuente de los chopos
aún me llego alguna tarde.