De tierra adentro yo soy
y jamás el mar he visto,
que humedad por humedad
prefiero yo la del vino.

De las aguas que se toman
para curar las flojeras
dice mi tatarabuelo
que la mejor ¡¡la de cepas!!

Se puso a llover a mares
cuando estaba yendo a verte,
me refugié en la taberna...
¡y amanecí bajo el puente!

Mi abuelo dice que el vino
si se tiene que amerar
que se amere con vitriolo,
pero con agua... ¡jamás!

El tabernero del puente
es el que tiene más fama
por ser el rebautizante
que más vino pone al agua.

Con jamón de treinta grados
y tinto de treinta y dos
de tus achares, tormento,
con ganas me río yo.

En trance de vida o muerte
el abuelo se acusaba
"¡Bien se me está pues por pique
bebí ayer un trago de agua!"

Ante sólo una botella
grita Blas no estar borracho
y que sí que lo estaría
si en vez de dos viera cuatro.

Cuando pa' diñarla esté
ya aviáu por el medíco
se asombrará el matasanos
si me alcanzas un buen tinto.

Los amigos para siempre,
las amigas para un rato,
las tercianas para nunca,
la garnacha... ¡a todo pasto!

Aunque la sombra "me va"
"me va" mucho más el sol
¡en copa, en vaso o en bota,
gules, sable o peleón!

Tengo que entrar en tu casa
cuando ya tus padres duerman,
y mientras tú los vigilas...
yo a oficiar en la bodega.

Si has subido al campanario
y no has tropezáu campanas
u nos las habrán robáu
u andas bueno de garnacha.

El tinto para la carne,
el blanco para el pescado,
el dulce para los postres,
el agua... ¡para los patos!

Ni por ser nombráu alcalde
ni por viajar en primera,
por nada yo combiaría
mi bota cuando está llena.

Me han dicho si quiero ir
a veranear a la playa
y con mucho gusto iría
si volvieran vino el agua.