XXXV - Serie seria

 
  508
 

A mis ya setenta hierbas,
a mis ya setenta inviernos,
no sé si seguir cantando
o mejor apago y cierro.

  509
 

Que cante me dicen unos,
otros que por qué no apago
y mi "grillo" que a escucharme
ningún cuerdo está obligado.

  510
 

La aldea donde nací
sueltas que ni está en el mapa
¡qué más da si, con mi madre,
están juntas en mi alma!

  511
 

Cementerio humilde y quedo
de aquella apartada aldea,
da paz a mis tres hermanos
que no buscaron la guerra.

  512
 

De mi pueblo, las campanas;
de mi tierra, el vino tinto;
de mi madre, las rosquillas;
de mi novia, los morritos.

  513
 

Cansado ya de andar mundo
a mis lares me devuelvo,
sombra hoy de aquel que ayer
se alimentara de sueños.

  514
 

Igual que el viejo molino
empiezo a encontrarme yo:
ruinoso, desmantelado,
sin caz, sin agua, sin voz.

  515
 

Sueño unas alas de viento,
sueño volar y volar,
volar siempre siempre arriba
muy arriba hacia la paz.

  516
 

Cuando a mi pueblo regreso
y oigo aún lejos las campanas
el corazón se me agita
y se me serena el alma.

  517
 

¡Que al volver no esté mi ninfa,
aquella que fue mi ensueño,
a no ser que a ella sí
la haya respetado el tiempo!

  518
 

Monte arriba monte arriba
dice el viejo su oración,
le pregunto y me contesta
que aligera andar con Dios.

  519
 

Ermita la vieja ermita
do rezaron mis abuelos,
por los siglos de los siglos
en tu paz recen mis nietos.

  520
 

He visitado países,
he conocido ciudades,
pero mi mejor recuerdo
será siempre el de mi madre.