XXI - Salpimentadas

 
  270
 

Empiezo ya a darme cuenta
de lo mucho que me quieres
porque, acabado el pernil,
no te has visto en cuatro meses.

  271
 

A la sombra de un nogal
a descansar no te pares,
sobre todo si estoy yo
y tú no vas con tu madre.

  272
 

Mi olivar no me da vino,
mi viña no me da aceite,
y tú no me das achares
porque sabes que no puedes.

  273
 

Andas por ahí diciendo
que me has dado calabazas,
pero me has dado algo más
y eso bien que te lo callas.

  274
 

En que pasemos de ronda
haz que tu madre se acueste
y tú espérame en la puerta
que iré a saber si me quieres.

  275
 

Dices que no me haces caso,
pero tus vecinas saben
que el sofrito se te quema
cuando me oyes por la calle.

  276
 

Despiértame sin hacerme
cosquillitas en la oreja,
que a veces sueño contigo
y se me va la cabeza.

  277
 

¡¡Te pones tan atrevido
que he decidido no verte!!...
claro que, como no hay luna,...
pues... puedes venir si quieres.

  278
 

Labrando ayer junto al río
te vi descalza en la orilla,
mis surcos no están derechos...
pero la culpa no es mía.

  279
 

La lluvia llena la balsa,
riega el huerto y limpia el aire,
pero no tus intenciones...
¡con la falta que les hace!

  280
 

De 1a lata en que te crece
me das ramitas de albahaca
¡dame ya la mata entera,
pero no me des la lata!

  281
 

Vuelve, morena, tus ojos,
no me incendies con su fuego,
que en la era estás muy sola
y la tarde está cayendo.

  282
 

Soñando contigo estaba
cuando acertaste a llegar,
aún más dulce que mi sueño
resultó mi despertar.

  283
 

¡¡Otra vez desde mañana
cerrada tendrás mi puerta!!...
...si esta noche no me explicas
qué te dan las forasteras.

  284
 

Que al rio me tiren, vida,
atado de pies y manos
si dejo yo de quererte...
¡antes de que acabe mayo!

  285
 

Siempre que la albahaca riegas
haces todo por mojarme,
tú me buscas un catarro
o te buscas lo que sabes.

  286
 

Nuestras casas, bruja mía,
están a tiro de piedra...
¡por eso al salir me llevo
las manos a la cabeza!

  287
 

Eres alto como un chopo,
eres como un chopo, fuerte;
qué sano que te quedaras
plantado junto a una fuente.

  288
 

Enciende, mujer, la luz,
déjame ver tus costillas
que, desde que nos casamos,
nada más veo las mías.

  289
 

Dile o cállale a tu madre
que tú has de ser para mí,
que si fueras para otro...
me hartaría de reir.

  290
 

¿¡Dónde encontrar hoy mujer
que duerma mientras yo lave,
que gaste mientras yo ahorre,
que chille mientras yo hable!?...

  291
 

En cierto lugar vecino
los mozos nos ladran mucho,
pero las mozas en cambio
no comparten tan mal gusto.

  292
 

Habrás de apagar la luz
cuando estemos en el patio
porque anoche las vecinas
¡fisgaban de cuatro en cuatro!

  293
 

Fresca, nacarada rosa,
rosa lozana, gentil,
quién pudiera trasplantarte...
¡a dos mil leguas de aquí!

  294
 

Se quedaba tan absorto
evocando su beldad
que sin probar el almuerzo
se olvidaba de cenar.

  295
 

La novia de un cazadotes
era tan "guapa", con "erre",
que antes de salir a verla
solía cenar tres veces.

  296
 

Cuando la luna, alcahueta,
se desvia del camino
se vuelve negra la noche
y se rasca algún marido.

  297
 

Cadena, larga cadena,
cadena de mis amores,
quién tuviera sólo uno...
¡después de catar catorce!