V - Rurales

 
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Si fue labrador mi abuelo,
si mi padre es labrador,
labrador será mi hijo
como labrador soy yo.

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Trabajar a cielo abierto
en tierras de pan llevar
es mucho mejor que ser
don nadie en la capital.

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Cuando el noble labrador
arranca al sol rayos vivos
los echa a dorar las mieses
y a ennegrecer los racimos.

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Me dicen que quiera a otro
porque no tienes hacienda;
yo sólo te quiero a ti,
a ti sólo y no a unas tierras.

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Para enfrentarme al invierno
sólo quiero leña seca,
buenas lonjas de pernil
y la bota siempre llena.

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Para aguantar el verano
hay que hacerse con un río,
una docena de chopos
y media de buenos libros.

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En primavera, en verano,
en otoño o en invierno
desdeñar tinto y jamón
de locos es, no de cuerdos.

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Mi olivo he plantado ya,
como mi padre y mi abuelo,
como mi hijo en su día,
como en su día mi nieto.

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Oliva la verde oliva,
oliva de mi olivar,
no te lleve el estornino,
no faltes en mi trujal.

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Marrullero más que un gato,
tozudo más que dos bueyes,
pillo más que tres raposas....
¡alcalde habemus pa' siempre!

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Aquella vieja casita
en aquel viejo lugar
¡cómo olvidarla si en ella
brilló la felicidad!

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Es tan sordo cierto alcalde
que, hasta a ventana cerrada,
se oye a quien le manda hoy
lo que él mandará mañana.

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Planten cada cual su roble
las gentes de este lugar
y contemplarán sus nietos
con orgullo un robledal.

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Desde que huiste del campo
mirarte ya no es un gozo,
sí que ahora te embadurnas
uñas, cara, labios y ojos.

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¡Campanas, viejas campanas,
campanas de mi lugar,
que alegres anunciáis fiesta,
que tristes duelo anunciáis!

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Corre mundos, cruza mares,
conoce gentes y tierras,
pero nunca olvides, hijo,
que las nuestras ¡son las nuestras!

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Si nos cae alcalde un viudo
puede el pueblo andar muy mal,
pero muy bien si es casado
y la alcaldesa es sagaz.

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Fuente fuente del Encino,
en mi claro amanecer
¡cuántos amores me diste!
¡cómo apagaste mi sed!

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Pasaron lentos los días...
pasaron raudos los años...
¡cuánto crecieron los chicos!
¡¡¡cómo gastaban zapatos...!!!

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Ya no me traes amores,
ya no te traigo mi sed,
fuente fuente del Encino,
en mi gris atardecer.