El nuestro gancho

 
 

(A la guardada memoria
del güen "Poeta silvestre",
el agudo tío Clleto
que desd'allalto me siente)

 

I

  No paso de los setenta,
pero'y pasaré ben lluego
con tal que la de la dalla
no m'enrista en mes y medio.
  Esto viene a medio dí
que fayena poca'n tiengo,
que ya no foy guaire más
(fuera siestas y paseos)
que animame en primavera,
en verano buscá'l fresco,
en otoño no buscalo
y tomá'l sol en invierno
mos manden los izquierdistas,
los drechistas u los güenos.
(Güenos sen nomás un dí
cuan se trata de gubiernos
pos, en ensalvase el mando,
lluego aprenden a no selo).

  Y como la nuestra choven,
mullé de conocimiento,
más me cudia como pare
que me trata como suegro
pos no me falta un café
ni una punta caliqueño
ni una camisa planchada
ni un beso de cada nieto,
no'staría ben queixame
—como diz que fen los viejos—
de no sé carrasca dura,
de sé casi chopo seco,
de que se mos hablla poco,
de que se mos quiere menos.
  (No toz pueden dí lo mismo,
prou lo sé y prou que lo siento,
pero... pos yo de la feria
digo lo qu'el refranero).
  De la quinta u cuatro más
—cuatro más u cuatro menos—
aquella cadena llarga
que mos diba'l siño Clleto (*)
engancha sin más ni más
a qui se lo'spera menos
y se lo'n lleva a pedile
posada y manto a san Pedro,
pilláu qu'ha síu sin l'alforcha
y, menos la boina, en cueros.

  ¡Cllaro que puedo sé yo
el que se lo'spera menos!
¡el qu'en aquel viejo banco (*)
dixe llibre el suyo puesto!
!Y cllaro que cualquier día,
nublláu esteiga u sereno!
  Pero cuan otros me pasan
(y prous van asinas fenlo)
pos que me voy dín pa yo
mientras les voy al entierro
que no tiengo brenca prisa
en fé'spacenciá a san Pedro
(... que si "éste no ha síu prou malo",
que si "éste no ha síu prou güeno"...)
y que, encara que ni chopo,
yo aquí abaixo que me quedo
con el gancho, con la choven,
con el fillo y con los nietos,
pos como en casa... ¡ni habllá!
seguntes mosen Lorenzo
cuan están, pobre, morinse
a sus ciento tres y medio
iba dinle la casera
qu'él ray que se'n iba al cielo:
"Sí, Inés... ¡pero como en casa...!"
(Y nomás va dí "¡laus Deo!"
cuan ya la fllama la vela
tremolaba per momentos).

  Ya he dicho cuánto una choven,
de tení conocimiento,
aduya pa que no seiga
duro y triste llegá a viejo.
També aduya prou el fillo
—onque aduya mucho menos—
y, criáus como Dios manda,
aduyan també los nietos
sobre to los chicorróns,
gurrións pasparariqueros.

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  Y pos he mezclláu el gancho
con fillo, choven y nietos,
pase a sabé qui lo quiera
la causa del mezcllamiento.


II

  Teniba yo doce añez
cuan se va morí mi agüelo,
en aquel cuarto los yayos...
¡en el que yo ya ye duermo!
  Ya se'y va morí su pare
y se'y va morí su agüelo
y toz los yayos y yayas
en años hasta trescientos
y a lo milló'ncara más,
u, si no, ben pocos menos.
  M'alcordo que de la mano
de papá va'ntrá a veyelo,
y tan llargo'staba'l pobre,
tan sombrecíu y tan quieto
que yo va medio arrugame
perque me pillaba miedo
(en la paré'l Santocristo
y el cuadro de san Severo,
y la llumbre d'una vela
a la Virgen del Remedio
qu'estaba'ncima la silla
qu'encara fa de perchero).
  No va chocame el rosario
que teniba entre los dedos,
pero sí el gancho posáu
allí al lau del yayo muerto
(gancho que no eba pas otro
qu'este mismo que yo llevo).

  Al preguntale el perqué
del gancho allí chunto al muerto,
papá va'spllicame qu'eba
una costumbre de tiempos
que teniban en la casa
cuan se moriba l'agüelo
de posale al lau el gancho
y alzalo acabáu l'entierro
hasta que lo precisaba
per herencia l'heredero
cuan le llegaban los años
de no pllantá güaire drecho.
  Y qu'en caso de sé yaya
la que se mos hese muerto,
en vez de posale'l gancho
le posaban el pañuelo,
un pañuelo també alzáu
que le dín el de los muertos
perque nomás se lo posan
las mullés pa los entierros.

  Y más va dime papá
deván del yayo allí muerto:
!que yo fese igual con él
llegáu que fuese su tiempo!
y qu'asinas se seguise
d'heredero en heredero
per sé costumbre com'otras
que, guardadas con respeto
per chens de las tierras altas
a lo llargo de los tiempos,
fan las familias tan firmes
cuanto lo seiga'l respeto.
  Que guardasen la costumbre
siempre con el mismo esmo
hasta, si no dos mil años,
sí otros tres u cuatrocientos
se llegase u no a sabé
cómo va'ncomenzá aquello
que, en la novedá, sentilo
valeba más que sabelo.

  Asinas papá va habllame
qu'hasta'l yayo y san Severo
y el Santocristo y la Virgen
pareceban como atentos,
pareceba qu'esperasen
a que yo dise que güeno
que, en heredá yo la casa,
guardaría aquel respeto
—qu'allí a la llumbre la vela
y sin ísemene'l miedo
se me va meté pa siempre
en la'ntraña hasta los güesos—.


III

  El "Santocristo los yayos"
—como le dín pa'ntendemos
perqu'en casa ñ'hay tres más—
no cal cambialo de puesto
perqu'está a la cabecera
(colgáu más ben fuera'l centro),
pero'stá en el comedó
el cuadro de san Severo
y en el repllano la reixa
la virgeneta'l Remedio
en la capilleta suya
qu'está'ncima'l cantarero.
  Y en caso, como aquel caso
en qu'el yayo s'heba muerto,
el cuadro y la virgeneta
y el gancho —u si fa'l pañuelo—
se pasan los tres al cuarto
pa más aumentá'l respeto.
  En acabase la misa
y en rematase 1'entierro
el Santocristo los yayos
se queda solo pa un tiempo
mientras torna al comedó
el cuadro de san Severo,
a la suya capilleta
la virgeneta'l Remedio
y s'alzan pañuelo y gancho
(hasta'l día en que de nuevo
tornan a nesecitase
per achaques u per duelos)
el gancho en el suyo cllau
y en la comóda'l pañuelo
—qu'el rosario se le dixa
y s'enterra con el muerto—.

  Y cuan ya me va casá
y me va quedá heredero
con mi mare y con mi pare
va guardase igual respeto,
lo mismo que con la nuestra
va pa seis años y medio
(que va sé cuan yo del cllau
—acabáu d'alzá'l pañuelo—
va descolgá'l viejo gancho
y desd'alavez lo llevo).

  Ya voy el primero en llista
(no sé pas per cuanto tiempo)
y a los que me van detrás
ben mandáu ya les ne tiengo:
¡que no dixen la costumbre
onqu'estrañe a los modernos
(estes del viví "a lo lloco"
y del morise "a lo güeco")
y que me lleven al cuarto
la Virgen y san Severo
y este gancho qu'en la casa
hen lleváu toz los agüelos
lo mismo que, cuan les toque,
lo llevarán toz los nietos!


IV

  Y per estos y otros muchos,
pero toz sanos recuerdos
qu'el gancho y yo mos contan
buscán en verano'l fresco,
en otoño no buscanlo
y están al sol en invierno,
e per lo que siempre digo
qu'él me quiere y yo lo quiero.
  Lo quiero tanto qu'a veces
me lo arrimo y me lo beso
pos en el veigo la casa
con toz los vivos y muertos.
  Y, casi gritán, le digo:
"¡Gancho majo, gancho recio,
que vas sé ya de mi pare
y del suyo y vente agüelos
como serás de mi fillo
y del suyo y trenta nietos!...
¡cuánto te quiero, güen gancho,
gancho majo, gancho recio!"
pa deseguida alvertile,
preparanmos ya'l terreno:
"¡pero tú habrás de quedate
cuan yo bel día a san Pedro
le veiga a pedí posada
y al lau de l'agüela un puesto!
¡Aquí t'habrás de quedá,
güen gancho de llatonero,
como'l corral y la era,
como las faixas y el güerto,
que toz chuntos fez la casa
y la casa é lo primero!"

  Yo ya sin guaire quefé
(fuera siestas y paseos)
cuan paso pe'l comedó
ya me miro a san Severo,
cuan puyo las escaleras
a la Virgen del Remedio,
y al Santocristo los yayos
cuan quiero dormí y no duermo,
y no dixo de pediles
con cariño y con respeto
que me tornen menos malo,
que m'aduyen a sé güeno
pos va faltan ya no guaire
pa que, baixán bel repecho,
feigán rabosa yo, carro,
y este jaco d'aquí dentro.

  Y como qu'el gancho hoy día
más me lleva que lo llevo
quizás él també cansáu
quiera torná al suyo puesto
a descansase unos años
antes de sé el compañero
de mi fillo cuan la vida
lo'spiente y lo feiga agüelo.
  ¡Que pa mesejante gracia
que pa casa nuestra'spero
quiera servísemos Dios
del gran d'estos siete nietos!
cosa que també le pido
cuan cada noche le rezo.

  Y entre tanto el gancho y yo
al sol charrarén y al fresco
hasta que la de la dalla
de paso un día pe'l pueblo
se fije en yo y, perque sí,
m'enganche en aquel repecho
y feiga que las campanas
toquen ixe día a muerto.

 

(*) Referencias a la composición "El banco viejo de los viejos" de Cleto Torrodellas Español.
(Nota del administrador)